
Como post especial de Halloween voy a hacer algo que hasta ahora nunca había hecho: compartir con vosotros parte de un capítulo de mi libro Farrándula, el postureo, un capítulo titulado «Las cazafantasmas» que transcurre durante la fiesta de Halloween. Tengo que decir, que para evitar algunos spoilers MUY importantes para la trama, solo he copiado algunos extractos del capítulo, pero la principal esencia de la novela, la influencer Bibi Dalmau, las fiestas y la mala leche mezclada con mucho humor, permanecen con todo su esplendor.
Espero que lo disfrutéis!!!
Capítulo 4.
Las cazafantasmas
¡Adoro Halloween! Una noche en la que podemos sacar a la luz nuestras personalidades más ocultas y tenebrosas.
Aunque hay quien aprovecha la ocasión para disfrazarse de enfermera cachonda (a mí que no me digan que es enfermera sexy porque no cuela) o de cachonda a secas, con un poco de sangre en la cara para disimular y dar autenticidad a su disfraz de “zorrita muertecita”.
Me gusta que la bruja que cada una lleva dentro pueda sacar la patita de vez en cuando y que los fantasmas que nos acechan en la oscuridad de las discotecas vayan de lo que realmente son. ¿Será por eso que es una noche tan terrorífica? ¿Porque cada uno saca su verdadero yo?
Yo ya tengo preparado mi disfraz de cazafantasmas.. ¡Sí!, se me da de cine desenmascarar a esos hombres que dicen ser algo que no son…
No sufráis, en cuanto esté caracterizada subiré fotos para que podáis opinar, sabéis que me encantan vuestros comentarios llenos de amor y de cariño…
¡Pasad una gran noche de susto o trato!
Os quiere,
Bibi
—Ahora a la derecha —señaló Bibi—. ¡Es esa! ¿Ves esa casa? ¡Es esa!
—¡No hace falta que grites! Que te he entendido a la primera —Lola odiaba conducir con Bibi como copiloto y no podía disimularlo.
—¡No estoy gritando, Lola! —Bibi se giró hacia al asiento de atrás—¿Tú crees que he gritado, Carlota? ¡Si yo no grito!
Carlota, que por primera vez en la historia había logrado que su hermana la incluyera en un plan, optó por no entrar en la discusión y siguió leyendo en voz alta los comentarios que los seguidores de Bibi habían dejado en el último post: “¿Qué tal si te disfrazas de vampira? Después de chuparle la sangre y supongo que otras cosas a tu novio para que te regalara ese anillaco no te costaría meterte en el papel”, “¿De cazafantasmas? Será de cazafortunas, digo yo…”, “Has hecho bien en no disfrazarte de bruja, se te notaría demasiado que es la primera escoba que coges en tu vida”.
—¡Serán capullos! —dijo Bibi y se metió corriendo a su iPhone para borrar los desafortunados comentarios.
—Oye, un poco de respeto hacia tus fans…
—¡No te rías, Lola, que esto no tiene gracia!
Carlota soltó una carcajada desde el asiento de atrás.
—¿Te parece divertido leer como ponen verde a tu hermana? —Bibi miró a Carlota conteniendo la ira.
—Cuando veas lo que ha escrito uno comparándote con la novia cadáver… ¡Me parto!
Bibi se apresuró a borrar ese comentario también. ¿Quizás no había sido buena idea hablar de disfraces? Entre sus miles de seguidores había habido siempre haters odiosos y negativos. Eso no era nuevo.
—¡Qué mala es la envidia!—se desahogó mientras bloqueaba a toda esa panda de hijos de su madre.
—¡Sí, qué duro estar tan buena y ser tan popular!—la imitó Carlota al salir del coche y volteó la cabeza para que su pelo ondeara por el aire, tal como solía hacer Bibi.
*
La fiesta de los muertos vivientes, o de los vivos que estaban a punto de morir, tenía lugar en una conocida discoteca de Barcelona. Las cazafantasmas, los gemelos y Fernando, que no iban disfrazados porque eso era de niñatos, tenían el privilegio de contar con su propia zona VIP en Bling Bling gracias a los contactos de la influencer.
Quizás los promotores que habían invitado a Bibi y a sus amigos ya estuvieran arrepentidos: Olivia vació todas las botellas de la mesa y comenzó a redistribuir el mobiliario. La noticia de que Pol Bazo se había tirado a otra en casa de Fernando no le había sentado nada bien. De hecho, llevaba toda la noche persiguiendo a Fernando, para que le enseñara las grabaciones de la cámara de seguridad.
—¡Sé que está grabado! ¡Bibi me ha contado que tienes cámaras que lo graban TODO! —le chilló en la oreja, vocalizando al máximo porque la música de la discoteca estaba muy alta.
El dueño de la casa, la azotea y las cámaras se negaba rotundamente a compartir ese material privado con Olivia. Sin embargo, en un momento se levantó al baño y cometió un descuido.
(Aquí os he censurado un super spoiler, y os enlazo directamente con el final del capítulo. Solo diré que Olivia consigue ver el móvil pero lo que ve no la afecta a ella, sino a Bibi que acaba en una ambulancia. Ala, que siga la lectura!)
*
—¡Arre, bailarina, arre! —repetía Olivia, dándole azotes en el culo a su caballito-bailarina.
Después de todo el drama en el Bling Bling, con Bibi ya fuera de peligro y Lola y Gerard amándose febrilmente en plena calle Tuset, Olivia decidió irse sola de fiesta. Tal vez si bebía lo suficiente acabaría olvidándose de todo aquello que tanto la atormentaba.
No tardó en hacer nuevos amigos, en concreto quince nuevos amigos andaluces que habían ido a Barcelona a una despedida de soltero. Cierto, no hay nada más terrorífico que una despedida de soltero. Bueno, sí: una despedida de soltero con todos los chicos disfrazados de bailarina con tutús rosas.
Entre chupito y chupito, y tras mucho rozamiento de tutú contra mono de cazafantasmas, terminó en medio de la pista morreándose con una bailarina barbuda. Las noches de disfraces suelen ser surrealistas.
El hotel que alojaba a la compañía de bailarinas borrachas estaba cerca de la discoteca, así que fueron todos desfilando, o bailando de puntillas: una cazabailarinas y quince andaluces. El del tutú rosa con barba de leñador se ofreció gentilmente a llevarla a caballito para que no se cansara y fue así como empezó una carrera de bailarinas caballitos y jinetes bailarinas a lo largo de la Diagonal.
—¡Arre, arre! —Olivia volvió a azotar a su montura, que no se quería mover.
—¡No me pegue má, mujé! ¿Qué no ve que ya hemo llegao? —el barbudo se agachó para que la zeñorita pusiera los pies en el suelo.
—A ve zi va a tené que denunsiarte por maltrato… —intervino el novio de la despedida—. Cuánto daño han hesho la 50 zombraz del Guei.
Entre tanto, intentaba empujar la puerta de entrada del hotel, justo delante del cartelito con la palabra TIRAR.
—Manué, que e pal´otro lao, hombre de dió…
Después de intentar colarse en cinco habitaciones que no eran la suya, la bailarina barbuda logró abrir una de las puertas del pasillo con su llave.
—¿Lo ve cómo era ezta? Tú que desias que no me acordaba ni de mi habitasión, ¿cómo no me voy a acordá?
—Sí, claro, por eso has metido la llave en todas las cerraduras.
La bailarina se dejó caer encima de una cama de matrimonio. El tutú soltó un crujido como quejándose por semejante trato. Justo al lado de la cama había otra cama.
—¿Compartes habitación?
—Claro mujé, con Manué. Alguien tiene que vigilá al novio… ¿Te han disho alguna ve que ere clavaita a la Escarlet Yojanson?
—Si, tú… llevas toda la noche llamándome Scarlett y yo llevo toda la noche diciéndote que me llamo…
Alguien empezó a golpear la puerta.
—Debe de se el Manué, que se ha vuelto a olvidá que hay que tirá en lugá de empujá. Cómo le gusta empujá al jodío…
Olivia abrió la puerta y el novio casi se le cae encima.
—¡Toa etropeá! Toa la puerta de ezte hotel etán etropeá…
Manué se tumbó en la otra cama y las dos bailarinas se quedaron mirando a la Escarlet.
La bailarina barbuda le dio unas palmaditas al colchón invitándola a meterse en su cama.
—Vamo mi arma, que aquí conmigo estará musho ma calentita… No zea timida, Escarlet…
—Si no os importa yo iré tirando…—fue andando marcha atrás hasta darse con la puerta en la cabeza—. ¡Un placer y que vivan los novios!
—Pero, ¿cómo te va a ir? Quédate con nosotro, que cuando la habitasión deje de moverse me uno a la fiesta —dijo Manué, el novio fiel.
Olivia abrió la puerta y ni se molestó en cerrarla. Tenía que salir de ese hotel lo más rápido posible. Pero la fuga no iba a ser fácil. Todavía había diez bailarinas borrachas en el pasillo intentando encontrar sus respectivas habitaciones. Algunas llevaban el tutú en la cabeza, otras lo habían abandonado en medio del pasillo y todas lucían sus calzoncillos estupendos delante de Olivia.
—¡Escarlet! —la barbuda había salido de la habitación—. Escarlet, no te vaya…
Scarlett no tenía tiempo de esperar el ascensor. Vio el cartel luminoso que indicaba las escaleras y empezó a bajar casi sin tocar los escalones, prácticamente levitando. Las otras bailarinas se habían unido al grito de guerra:
—¡Escarlet! —chillaban todas, buscando el rastro de Olivia.
La cazafantasmas, también conocida como la Escarlet, logró llegar a recepción con el corazón saliéndosele por la boca.
—Ta…aa…xi —dijo sin aliento.
Y hasta aquí un cachito de Farrándula, el postureo.
Espero que vosotros tengáis una mejor noche de Halloween que la de mis personajes, aunque depende de como lo mires tampoco está mal tener una noche llena de emociones (fijaros que no concreto a que tipo de emociones me refiero…)