CaraPato

 

 

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No, no soy un pato, ni la nueva novia del Pato Donald.
No, no muerdo y esto que llevo puesto no es un bozal.
Tampoco me han amordazado para que me calle.

Y no, yo no tengo nada contagioso, PERO VOSOTROS SI.

Pensaréis que me he vuelto alérgica a la estupidez humana y que intento aislarme de eso, pero por desgracia hace años que me contagiaron y contra eso no hay grandes curas. Esta mascarilla, que está inspirada  en la máscara que lucía Hannibal Lecter en el Silencio de los corderos, es para protegerme de vuestros gérmenes y virus que desprendéis por todos los poros de vuestro cuerpo aunque no seáis conscientes de ello (pero si alguien es consciente que haga el favor de quedárselos para él, no es necesario compartir tanto en esta vida.)

Uno de mis señores médicos (digo uno de ellos porque no soy ni mujer de un solo hombre, ni mujer de un solo médico) me «cantó» una nueva lista de cosas relacionadas con lo que NO podía hacer debido a mis bajas defensas que no les da la gana subir, y cada vez que me hacen un análisis y veo los resultados me imagino al médico con un boli rojo tachando la hoja y escribiendo en mayúsculas: SUSPENDIDA.

No me acuerdo del tipo de defensas que son, pero tienen hasta nombre y apellido, pero se ve que lo mínimo a lo que alguien normal puede estar es a 200. Yo estoy a 16. Es triste, muy triste. Y un poco patético también, lo sé.

«Tanit, no puedes estar en sitios cerrados donde hayan muchas personas como por ejemplo el cine, discotecas o conciertos. Si quieres ir tendrá que ser con mascarilla.»
O sea, tu tía va a ir a esos sitios con mascarilla. Soy atrevida para muchas cosas pero para eso ya no. Aun me queda algo de dignidad y quiero conservarla. Quizás crearía tendencia, pero es una duda que nunca resolveré.
Por vuestra culpa, que sois un nido de gérmenes por si os habías olvidado, llevo 6 meses sin ir al cine. No es que fuera cada finde al cine, pero es lo de siempre, te dicen que no puedes hacer algo y ahora de repente todas las pelis de la cartelera me llaman a gritos.
Tema dicoteca. Vale, muchos pensaréis que me he saltado la norma de mala manera, pero a ver, lo bueno era que estábamos en verano, y discoteca al aire libre se puede. ¿No?

Mi amiga la mascarilla hace todo  lo posible por caerme mal. Me aplasta la nariz, se clavan las gomas en lo más profundo de mi cerebro, y ya no os cuento cuando algún germen de los vuestros ha llegado a mi y me he resfriado. Moquitos y mascarilla es «super diver». ¿Por que? ¿Habéis pensado cómo puedes sonarte? Pues eso, que no se puede.
Y ahora por lo menos ya no llevo la peluquita, porque peluquita más mascarilla era un show, se me enganchaban las gomas al pelo sintético y era un drama.

En la lista de prohibiciones (hasta el moño estoy de estas listas, que las compenso con otras listas sobre cosas que haré cuando termine la dictadura) también hay una dieta que no me permite comer nada crudo ni poco hecho. Hay alto riesgo de gérmenes en estos alimentos. Están en todas partes, esto es una invasión. Me estoy volviendo paranoica, solo me falta limpiar con un trapo y desinfectante los asientos de los restaurantes, llevarme cubiertos de plástico y esperar que la gente me abra la puerta para no tocar los pomos. ¡¡¡GÉRMENES, GÉRMENES!!!

Tiemblo cuando alguien tose a mi lado, o cuando me tocan sin lavarse las manos.
Ahora ya me doy besos, pero hubo unos días que daba la mano para que me besaran en ella. Si, soy un poco peliculera también.

Cuando me veo en situación de peligro me imagino a mis 16 defensas con un escudo y una espada esperando matar a los bichos que me quieren atacar. Son unas campeonas.

Ahora mismo soy como un bebé, después del trasplante de células madre el cuerpo hace un «reset» y borra todo el historial de vacunas que tantos pinchazos me había costado y tantas piruletas me había hecho ganar. Ahora mismo no estoy vacunada de nada, por lo tanto puedo»pillar» de todo.
«-¿Ayer por la noche pillaste? -Si, un catarro es lo que pillé.»

Y se acerca el frío y con él más virus y mierdas. Y aunque mis 16 defensas lucharan por mi hasta el final no tienen las de ganar, así que UNO de mis médicos me ha informado de que TODAS las personas que quieran tener contacto conmigo regularmente durante la temporada otoño-invierno deberán vacunarse contra la gripe. Con las personas que tomo café, con las que me abrazo, con las que nos besamos (sean mejillas o besos con o sin lengua)…

Algunas de mis amigas les ha hecho cero gracia esta noticia, una me dijo que el «liquidito» pica mucho pero que si vamos juntas se vacuna. Luego tuvo la genial idea de proponer que después del suplicio quería que la lleváramos a desayunar: -No es un análisis… Puedes ir desayunada. -Vale, pero podemos volver a desayunar ¿no?

Pues eso, que si me queréis vacunarse, como diría una folclórica muy conocida y con mucho arte.

 

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De luto en las bodas

 

 

 

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Rosas, rojos, verdes, azules, amarillos (que atraen a los mosquitos aunque yo los atraigo llevando hasta un traje de neopreno)… Todos estos colores son ideales para lucir en una boda.

Las bodas son sinónimo de alegría, de celebración del amor, de que por fin ha triunfado el amor (y de que por fin tu mano lleva los anillos que se merece, oro y brillantes. Destierro a la bisutería barata).

Pero mi reputación de Cruella de Vil no me permite vestir esos colores alegres, yo a las bodas tengo la obligación de ir de negro. En esta última celebración me puse un corsé que no me dejaba ni respirar (ser fiel a uno mismo puede hacer peligrar la vida). Ha sido el primer acto oficial en el que he asistido con mi nuevo look, me adorné como un árbol de Navidad porque notaba que me faltaba algo. Fuera tonterías, una melena larga sirve para todo, para ocultar orejas y no tener que ponerte pendientes, para jugar con él cuando la conversación con un interlocutor te aburre, y para taparte los hombros cuando hace frío.

Pero vamos al lío:

¿Que por que voy de negro? ¿Que por que voy de luto?

A ver,  ¿es que nadie ha pensado en el desamor? ¿En los infortunios de los solteros? ¿En los amores de una noche? ¿En los te he visto, te pinché y no me acuerdo? ¿En enamorarte en cada esquina y en desenamorarte cuando el viento sopla en otro sentido?

Salir de fiesta y dar bofetones a los que te tocan el culo (que por desgracia nunca son guapos), encontrarte a tu ex de la semana pasada hablando con una foca y entrarte unas ganas locas de ahogarlo con tus manos. Que tus amigas te presenten a los amigos de sus novios (los guapos ya están cazados), que te lleguen whatsapps del que no te acordaste de darle el número falso. De pensar «este merece la pena»! y cambiar de opinión a la segunda cita. De sentirte tronista de Mujeres Hombres y Viceversa ofreciéndoles la posibilidad a buenorros ser tus pretendientes.

Adiós a todo esto.

Cuando se celebra una boda mueren estos pedazos de locura.
Y yo, que soy parte de estos cachitos y que los respeto profundamente, guardo un minuto de silencio para ellos y visto de dama negra en las bodas.
Muere la soltería, vive el amor entre dos personas y no solo existe el amor hacia uno mismo.

Ya no serás tú y tus locuras, serán vuestras locuras, siempre con los mismos personajes, él o ella siempre tendrán el mismo nombre, la misma cara, la misma sonrisa y con eso te bastará, será tu todo y no hará falta llenar tu nada.

¿Ahora entendéis porque los hombres SIEMPRE van de negro a las bodas? Y el baile a las tres de la mañana con la corbata atada en la cabeza en realidad es una danza tribal para avivar a los corazones solteros.

Pensaréis que no me quiero casar. No, no es cierto, quiero casarme, pero no una vez, sino TRES.
Los votos que juré como soltera no los podré romper con una sola boda, necesitaré un par más. Si te pasas al otro lado tienes que hacerlo pisando fuerte, por todo lo alto.

Pero a veces pienso que tengo que empezar a hacer casting, si cuesta encontrar un marido no quiero ni imaginarlo como será encontrar a tres.

(Los interesados pueden mandarme un inbox, gracias)

Pero al verlos bailar el vals cambié de opinión por unos segundos.
Veo como se miran, como se susurran al oído, como desaparecen para ellos todas las personas que estamos a su alrededor. No existe nada más que ellos dos. No necesitan nada más. El vestido de novia va rozando el suelo produciendo una mágica melodía y casi imperceptiblemente los dos empiezan a ascender, ya no tocan el suelo…

El hechizo se rompe cuando algunos irrumpen en su cuento bailando el vals torpemente. Ellos se separan y bailan con los invitados, pero siguen mirándose el uno al otro como si nada los separara.

Por momentos así, por el amor, por la vida digo:
Que vivan los novios, que sean felices y que siempre tengan excusas para brindar.

 

«Que todas las noches sean noches de bodas
Que todas las lunas sean lunas de miel»  

Don Joaquín Sabina.

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No sin mi pamela

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Cada verano es distinto. Unos fantásticos, otros ambiguos y otros que van directos a la papelera de reciclaje de mi escritorio.
Este ha sido raro, pero no malo. Digo raro porque estoy muy baja de defensas, tengo que entrar en discotecas con mascarillas anti gérmenes, no comparto cubatas (bueno, quizás esto es bueno), voy con pelo estilo garçon o sofocada con la peluca y en la playa huyo del sol.
Resulta que las normas son las siguientes: ¡Hola quimio! ¡Adiós sol!
Te dicen esto en verano y que piensas? Palabrota considerable + me quedo sin verano a no ser que me vaya a Alaska, o palabrota considerable + solo saldré por la noche para tomar la luna… ¡ERROR!
He ido a Formentera y a la Costa Brava. Sol a borbotones. Bueno, en la Costa Brava ha sido un verano un poco nublado… Mi querido astro se enteró que yo no podría tomarlo y se dejó tapar por nubarrones… Claaaaro, claaaaaro.
Mis mejores amigos han sido: las pamelas (mas grandes que las que llevan en las carreras de Ascot) vaporosas camisas de manga larga, protección total para poder conservar mi precioso tono de piel Casper y los más importante: una sombrilla hortera.

No iba de incógnito precisamente. Han habido miradas en las playas que he traducido como: ¿que hace esta flipada con la pamela en medio de la playa de Sant Antoni de Calonge? También cabía la posibilidad de que alguien me pidiera autógrafos pensando que era Ana Obregón, pero no fue así, y mira que yo ya tenia la frase preparada: «Disculpen estoy pasando las vacaciones tranquilamente con mis amigas les pido muy amablemente que me respeten, el posado lo haré esta tarde por eso, gracias.»

Me bañaba en el mar envuelta en un pareo cutre, las simpáticas de mis amigas me tapaban la cabeza con el pareo y se santiguaban delante de la Virgen Maria. Muy majas.

Me untaba de la cabeza a los pies con autobronceador para intentar disimular mi blanco nuclear. Era muy divertido ir dejando un rastro marrón en las sábanas blancas…como dice la canción….
Según como se mirara entre la pamela, el trikini y las gafas de sol también podría estar buscando marido con yate. Ya iba con el atuendo. No, no hubo suerte.

Siempre llevo trikini o bikinis de braguita alta para cubrir cicatrices a las que NUNCA puede darles el sol. Así que me estreso mucho para lograr mis outfits de verano, no son tan sencillos para las chicas con crohn, cicatrices y quimio, que para las otras. Pero con mucha paciencia todo se consigue… Demos gracias a los diseñadores que les ha dado por poner de moda los trikinis y las bragas faja…

Pero a pesar de tener que huir del sol no he huido del verano… En absoluto… ¿Y verano son solo tres meses al año? Mentira. Hay quien vive en un eterno verano y otros que siempre están soñando con él y nunca consiguen tocarlo ni con las puntas de los dedos.

Y detrás de cada prohibición hay un reto excitante. No me saltaré las normas, no, pero las disfrazaré a mi antojo. En este caso con pamelas gigantes y pañuelos de colores.

 

«Me gusta proclamar que he venido a este mundo a pasar el verano.»

Xavier Regàs

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El mismo destello

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Me miro, me miro mucho.
Me acerco al espejo hasta rozar el cristal.
Soy miope y no quiero perderme detalle de lo que el señor espejo refleja.
Una chica desconocida, que cuando habla tiene la misma voz que yo, que cuando sonríe lo hace igual que yo.
Cuanto cuesta reconocerse.
Pero me cae bien esta chica nueva.
Antes de dormir me da las buenas noches y desaparece, pero al día siguiente vuelve a salir.
Sal y se pone, sal y se pone. ¿Como el sol?

Yo creo que el sol está enamorado de si mismo, se llama Lorenzo pero no me extrañaría que alguien le apodara Narciso.
Ya sabéis que Narciso estaba prendado de si mismo (como Cristiano Ronaldo) y necesitaba ver su rostro reflejado en la superficie del agua, hasta que un día se acercó tanto que cayó al agua y se ahogó.
Y eso es lo que le sucede al sol cada vez que se ve reflejado en el agua del mar. Se enamora de sus destellos, de su fuego, de su hermosura y baja lentamente para rozar esa magia que hace brillar el agua salada hasta que el océano se lo traga.

Podríamos catalogar las entradas de este blog como se hace con los conciertos, entre acústicas y eléctricas. Me explico, acústico hay quien lo define como tranquilo, o soso, o coñazo. ERROR. Dejémoslo en que es algo más intimo, lento, cálido…
Con el concepto eléctrico lo tendremos más fácil. Se entiende como algo cañero, algo que te hace vibrar, que te sacude.
Hoy toca una entrada acústica. Hoy se actúa a pelo, voz y guitarra, poca potencia pero mucha intensidad de palabra.
¿ Y por que todo el rollo de comparaciones con conciertos? Porque hoy tocamos música. Puestas de sol y música.

No, no se me ha ido la pinza del todo, ahora os encajará todo.
Unos músicos tuvieron el detalle de invitar a sus seguidores a un concierto en Vilanova i la Geltrú el 31 de agosto para despedir el último sol del verano. Para algunos el último y para otros el primero y último, ya que este verano Lorenzo ha brillado por su ausencia….
Una propuesta así de romántica solo se les podía ocurrir a ellos, a Marc, Axel y Jes, también conocidos como Sidonie.
Mi primer bolo de «Sierra y Canadá» a la vera del mar…
Un reencuentro con ellos, después del último benéfico de Crohn-ik en Luz de Gas, dónde por segunda vez participaron para ayudar a los enfermos de Crohn. «Y ojalá podamos ayudar siempre».
Después de ese concierto le mandé un whatsapp a Marc diciéndole que les quería pero que nunca lo admitiría ya que me cuesta horrores decir esas palabras. «Tanit, entre nosotros nos lo podemos decir…»
Y así es como se hacen y como funcionan las cosas, y como cobran sentido, con cariño (me niego a decir amor, tengo el azúcar perfecto, y por una cosa que tengo bien no la vamos a estropear)
Por muchas mierdas que hayan en este mundo siempre conseguirán llamar más mi atención los gestos de generosidad, el rasgueo de guitarras a favor de la vida y de la lucha. La música puede ser mágica cuando quién la crea lo es.

También hubo un delicioso reencuentro con una «uruguaya», personas que la vida te las coloca en medio de conciertos y pasan a ser piezas fundamentales. Se la echaba de menos.

Bueno, y el final de la historia ya la sabéis ¿no? Sucedió lo que sucede en todas las puestas de sol costaneras.
El mar se tragó lentamente ese sol de verano. Y con él todas las preocupaciones de ese día, el sol las quemó dentro del mar, de aquí el color rojo que ilumina el cielo justo antes de quedarnos bajo la guardia y protección de esa musa llamada luna.
A mi, por suerte, aun no se me ha tragado el espejo. Tiempo al tiempo.

 

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Con peluquitas y a lo loco

 

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Si, es una putada que te hagan quimio. Si, es una putada que se te caiga el pelo. Y si, todo lo malo tiene su parte buena, lo digo en serio.

A mi me han hecho quimio para hacerme un trasplante de células madre. Tengo Crohn y esta era la única solución que me daban después de fracasar en mil y una batallas.

A pesar de todos mis problemas, que eran unos cuantos y bastante serios, la idea de perder mi preciosa (era preciosa, preciosa) y larguísima melena, de la que me sentía tan orgullosa, me horrorizaba.

Me corté el pelo y me lo teñí de rubio. Como iba a perderlo de todas formas ya no me asustaba arriesgar. Triunfé mucho. Los detalles son privados por eso. ¿Fue el nuevo look? ¿O la actitud?

Luego vino cuando me quedé calva como una bola de billar. Cuando el barbero del hospital vino a raparme cerré los ojos muy fuerte. El pelo que iba cayendo al suelo ya no era el mio, por eso, mi preciosa, preciosa melena ya había sido sacrificada. Y todo sacrificio por la salud es poco.

Pero aquí empezó la gran aventura de las peluquitas.

No tenía pelo no, pero tenía pelucas, una morena y otra rubia. Dos armas cargadas para jugar en esta partida en la que iba perdiendo.

Por todo lo que han hecho las pelucas por mi se merecen el primer post y esta carta de despedida:

«Para mi rubia, para mi morena.

Ha llegado el momento de decirnos adiós, hasta luego no, adiós (bueno, quizás en algún carnaval coincidamos). Ha llegado el momento de daros las gracias por haber sido tan buenas compañeras durante estos últimos meses, ha sido un placer pasear con vosotras por la ciudad condal, de día y de noche… Fiestas y más fiestas, dónde engañábamos a algún que otro desconocido. Jugábamos a ser otras, jugábamos a vivir lo que nos había tocado. Vinisteis a Madrid, a Formentera y a donde hiciera falta. Aviones coches y motos. El casco era un problema, pedirle a alguien que te tire del pelo hacia abajo para que cuando te saques el casco con todas las fuerzas no salga volando la peluca detrás era incómodo. Habéis acabado despeinadas en algunas ocasiones. Olíais a suavizante de ropa, que era con lo que os lavaba mamá. Yo os cortaba a mi antojo creyéndome Llongeras. Y aunque parezca raro os echare se menos. Se que muchas os odian , por lo que significáis, pero yo os quiero, por lo que me habéis ayudado a ser, ya que no he sido otra, he sido mas que nunca yo. Me he sentido guapa, sexy, a veces un poco fresca como dirían mis amiga o mi madre. Pero no me he perdido nada. Ahora tocará dejarme ver tal cual. empezar de cero una vez más. Cuesta, es como salir desnuda a la calle, pero se afrontará igual. Las cosas empiezan a mejorar, la partida ni mucho menos ha llegado a su fin, remonto. Está creciendo una nueva etapa y una nueva melena preciosa preciosa.»

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