Dos días he necesitado para poderme mover del sofá, pero valió la pena!!! Si todas las resacas son causadas por todo lo que os contaré, solo diré una cosa: resacas venid a mi.
Hubo un Sant Jordi en el que toqué con la punta de los dedos la sensación de ser escritora ese día: el día de la fiesta catalana de la belleza y la inteligencia (como ha dicho Pilar Rahola).
El Consell de Joves del Hospital Sant Joan de Déu habíamos participado en un libro del escritor Victor Panicello, así que el 23 de abril de 2012, nos dedicamos a repartirnos las horas de firmas de libros para poder vivir todos esa experiencia que quizás solo viviríamos una vez.
Algo en mi interior, esa vocecita estridente que a veces tiene razón, me decía que no sería mi única vez, que volvería a vivir un Sant Jordi como escritora.
No me preguntéis que sucedió durante el Sant Jordi de 2013 porque ahora mismo es como si me hubieran borrado esa fecha, pero si que me acuerdo donde pasé la festividad de 2014: en mi burbuja de la plata de hematología del Clínic. Ese año no tuve ni rosas… estaba prohibidísimo que entraran flores dentro de la burbuja, así que mi madre decidió que sería el Sant Jordi de todos los libros que me hicieran ilusión y se dedicó a recorrer todas las paradas de la ciudad donde sabía que firmaban los autores de esos libros.
Durante el 2015 pude hacer la ruta de las firmas de mis ídolos yo misma, fue un Sant Jordi más especial que los demás pero parece ser que este, el de 2016 se ha llevado la palma…
¿Qué pasaría si no hubiera vivido todo lo malo que me ha tocado vivir? Que no hubiera escrito mi querido «A veces puta y otras maravillosa» y no os hubiera conocido a muchos de los que os acercasteis este sábado a por vuestra dedicatoria y mi eterna gratitud.
Lo mire como lo mire no me ha salido tan mal esto de haber estado puteada durante años por el Crohn, ahora me aprovecho de él, me cobro mi pensión de divorciada con grandes intereses e intento trasmitir positivismo a través del blog, del libro y de las conferencias que he empezado a dar.
Me encantó que me vinierais a ver muchos de vosotros, que nos hiciéramos fotos, que me contarais lo que el libro significaba para vosotros o lo que esperabais de él… Estaba tan contenta que hasta acepté a firmar un libro que no era ni mío: una niña de unos 10 años al saber que era escritora me pidió que le firmara su cuento aunque yo no fuera la autora… Imposible negarse!
Se agotaron los libros en la parada de la mañana y por la tarde pude veros a unos cuantos antes de que cayera el chaparrón. Ya lo decía yo y todos se reían de mi «si me mojo me encojo» y así fue. Empecé a estar agotada y de mala leche (son cosas que normalmente van unidas, si se me acaban las pilas y tengo que ir a medio gas me enfado con el mundo y pongo cara de esas que dan ganas de abofetear). Pero no me quedaba más remedio que sentarme y recuperarme, tenía una misión a las 20h en la Fábrica Moritz que tenía que cumplir si o si.
Resultaba que en la Moritz estaban todos los ilustradores de «Cuando el negro se hace rosa» Paula Bonet, Maria Diamantes, Lyona… y si, también estaba Conrad Roset, el autor de la portada de mi libro. Le di mi ejemplar del libro que estaban firmando y una bolsita con dos ejemplares de «A veces puta…» te lo debía! le dije.
Misión cumplida. Llegué a casa despeinada, destemplada y agotada pero con una sonrisa de pendiente a pendiente!!! Y quienes sois los culpables de tanta felicidad (de esa felicidad que da asco y todo!) VOSOTROS.
GRACIAS
GRACIAS
Y GRACIAS
Pd: para estar al super día de todas mis firmas y conferencias para dominar el mundo os aconsejo que cotilleéis este enlace: Presentaciones libro
Pd2 y tranquis que ya acabo: la chica que sale en la foto principal cual «fan acosadora» (le encanta que la llame así) esperando su bonita dedicatoria será la mitad del proyecto que pondré en marcha en breves. Y hasta aquí puedo escribir.

Con Conrad Roset, el autor del dibujo de la portada de mi libro.