Cuba – ta


– ¿Donde tú vives hay parques con columpios?
– Si, claro.
– ¿Cuantos?
– Mmm… No lo sé, nunca los he contado…
– ¿Y en tu tierra se puede comer todo el queso que uno quiera?

– Tú siempre pensando en comer queso eh? Mañana volveré a coger queso del desayuno del hotel y te lo traigo.
– ¿Cuando podré ir a verte a tu país?
Esta pregunta no se la pude contestar. Mi pequeña mulata se quedó sin respuesta debido a la complicación de su pregunta cuando en realidad esas palabras suenan a menudo en todas partes del mundo, pero no en todas partes esas palabras significan tanto.

Siempre nos han dado a entender que una cárcel se compone de paredes altas y barrotes que impidan a sus «huéspedes» escapar y robarles así el derecho más sagrado que los seres humanos deberíamos tener: la libertad.
He ido aprendiendo que no todas la cárceles reúnen estas características que acabo de mencionar, hay otras en la que el papel de los barrotes lo interpreta el mar, y la isla se encarga de retener a sus habitantes.
No vamos a echar la culpa a la geografía ni a la naturaleza, que ya suficiente hace de vez en cuando arrasando con todo lo que le viene en gana, esta vez me refiero a ideales políticos. No me apetece entrar en quienes son los buenos y quienes los malos. Todos sabemos que eso no existe. Tan solo quiero hablar de lo que se y de lo que he visto, y es una Cuba con ganas de renacer, de existir, de decidir.
Cuentan que el Papa Francisco está ejerciendo un papel destacable a la hora de que Castro y Estados Unidos lleguen a un acuerdo.
El conocido cubata llamado «Cuba libre», compuesto por Coca Cola estadounidense y ron cubano, ya nos daba la pista de como este país llegaría a rozar su «libertad».
Será una verdadera liberación? O más bien una nueva supeditación como años atrás ya había sucedido?
Podrán decir adiós a un pasado difícil? a las cartillas de racionamiento?

Ojalá ya no tengan que decir adiós para siempre a su país cuando quieran abandonarlo para buscar nuevas oportunidades y que puedan regresar para ver a sus seres queridos. Que se despidan para siempre de la censura de los medios.
Y que canten con sus guitarras adiós a ese deje de tristeza que resuena en sus voces.

Les diremos bienvenidos a un mundo, que es una mierda, pero quizás con unas poquitas ventajas de más que las que tienen en el día de hoy, que puede que sepan a gloria.

Pase lo que pase, solo deseo poder contestar pronto a esa niña, que ya no es tan niña y es posible que ya no le importe el número de parques con columpios que hayan en mi ciudad, y espero que su país, el que también considero muy mío ya que me vio renacer, pronto pueda darle también todo el queso que ella quiera.


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