Como bolas de billar

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Este mes he cumplido 6 meses. Lo sé, algunos pensaréis que ya estoy un poco crecidita… Me explico. Hace 6 meses que me trasplantaron, no, de maceta no, de células madre.

Para «celebrarlo» he querido recordar esta experiencia pero no va a ser solo la mía, sino también la de Sanja, una chica de 21 años que ya hace 5 añitos que nació por segunda vez gracias al trasplante.

Nos conocimos en el Clinic cuando ella empezaba con el tratamiento, yo también estaba ingresada en la misma planta, mi querida 7. 4, para variar.

Aun me acuerdo de cuando Sanja se escapaba de su habitación y venía a la mía. Se acercaba la papelera y mientras íbamos hablando ella se iba enredando mechones de pelo entre sus dedos y los tiraba a la papelera. A mi eso me impresionaba muchísimo, y deseaba con todas mis fuerzas no tener que pasar nunca por eso. «Eres muy valiente Sanja, yo no podría… y además estás tan guapa, eres mi tortuguita» y le acariciaba su cabecita pelada.
La enfermera de la noche entraba en mi habitación con dos termómetros, sabía que allí dentro también estaba Sanja.

Cuando la encerraron en la pecera, como llamamos a las habitaciones de aislamiento, la íbamos a visitar. En esos momentos era más tortuguita que nunca, acurrucada entre las mantas solo asomaba la cabecita calva.

Cuando salimos del Clinic quedamos para ir al Camp Nou. Nos hacía ilusión podernos ver en libertad. Dos tortuguitas puestas en libertad en medio de miles de personas… Ella estaba muy baja de defensas, yo llevaba un catéter en la clavícula. Nuestras madres nos dejaron en la puerta y nos vinieron a buscar. Dos chicas valientes como nosotras íbamos a sobrevivir perfectamente en esa selva de césped. No, el Barça no ganó… pero nosotras habíamos salido victoriosas de otro juego más complicado, así que nos daba bastante igual el resultado de ese partido.

Hace un año mi pesadilla se cumplió. Me iban a trasplantar como a Sanja. Yo había visto las nauseas que le había provocado la quimio, los mechones de pelo que dejaba en el almohada, la prohibición de que nadie se quedara a dormir con ella durante esas duras noches. Pero también era testigo de lo bien que estaba ahora, de lo contenta que estaba de haber tomado esa decisión, y me ayudó mucho tenerla a mi lado cuando empezó todo.

Nada me vino de nuevo, ella me había preparado, era mi coach, la que me advertía de las pruebas que me harían, las veces que me pincharían (las enfermeras que lo hacían bien o mal…), lo aburrida y harta de todo que estaría…

Hemos estado calvas, muy calvas, como bolas de billar cuando son golpeadas por la bola blanca amenazada por el taco y quieren mandarte al agujero.
Nosotras éramos la bola negra, la que decide la partida, cuando desapareciéramos de la mesa habríamos coronado al ganador y sumido en la derrota al perdedor ( y eso duele mucho, sobretodo si hay apuestas de por medio, aunque si ganas una cena en el Flash Flash puedes darte por satisfecho)
Quisimos convertirnos en bolas negras, decían que era la única manera de acabar con nuestra partida.
Así que dejamos que ese veneno (porque la quimio no es una medicina, eso es matarratas) acabara con lo malo de nuestro cuerpo, y con algunas cosas buenas también…
Todo para poder ser bolas, para decidir en nuestra partida y decir basta. Cuando caímos por el agujero volvimos a ser nosotras, Sanja y Tanit.

Ahora cuando Sanja, la que es y será una de mis heroínas, me llama me pregunta por mis ricitos. Esos bucles complicados que salen sin control en las cabecitas de los bebés. Si, soy un bebé crecidito, pero justo estoy empezando a dar mis primeros pasos, tema que dejaremos en el aire para un posible post relacionado con las primeras veces, y es que es de lógica que cada vez que uno empieza de cero lo vuelva a hacer TODO por primera vez…

 

 

Y las que un día tuvieron que ser bolas de billar para decidir su futuro siguen jugando otras partidas, menos complicadas, por lo tanto ninguna se les resiste… O casi ninguna…

 

 

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Sanja, cuando era una tortuguita

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Sanja ya casi sin ricitos

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17 comentarios en “Como bolas de billar

  1. Felicidades bebé!. sí.., se nota que eres un bebé pero sobre todo por el cariño con el que te hablas. Aprender a hablarse a una misma es muy importante. En mi laberinto particular de la enfermada, yo también estoy aprendiendo a hablarme de muchas maneras. Me digo; teta, cariño, marieta… Hablo con mi niña cuando tiene miedo o quiere jugar e intento alentar a mi mujer a que sea valiente, fuerte, hermosa, poderosa. (jejej también está la pequeña niña del exorcista… jajajaj a esa la contemplo ojiplática y la dejo… que remedio… la dejo que exprese sus rabias, rabietas, tozudeces, pataletas…).
    Felicidades bebé. Mirando el lado positivo tienes la oportunidad de volver a acunarte, cantarte nanas, contarte cuentos, darte besitos por todas partes, quererte y abrazarte hasta con ganas de comerte y, sobre todo, tienes la oportunidad de poder expresarte sin prejuicios, con permiso!. Reírte cuando quieras, cómo quieras, donde quieras, con la boca grande y los ojos brillantes. Comer, dormir, despertar, vivir el día a día sin expectativas agonizantes, con la intensidad de un bebé para el que todo es nuevo y al que todo le llegar sin buscar.
    Felicidades bebé… espero seguir viéndote crecer en este blog.
    Un beso preciosa!

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  2. Gracias por increíbles palabras, tu historia me remece, mi hija tiene 14 años y desde los 7 añitos tiene Crohn, es una tortuguita también ,
    Nuevamente gracias por compartir tu historia,
    Cariños desde Chile

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  3. Tanit aun sigo siendo mas mayor que tu, aunque esta vez solo 4 meses, y mientras escribo me estoy tocando los ricitos jejejje, somos luchadoras y no van a poder con nosotras

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  4. Pingback: Ni un pelo de tonta | un gramo de locura

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