Solía comparar los agujeros de sus medias con los de su alma y mientras lo decía seguía sonriendo. Nunca sabías si estaba contenta de verdad o si lo simulaba. Nunca sabías en que estaba pensando, ni diferenciar entre verdaderas o ficticias las historias que te contaba. Ella misma afirmaba que somos una mentira, y quizás esta fue la única verdad que me contó.
Era la reina de todas las barras de bar de la ciudad. Nunca había pagado una copa, una dama no debe gastarse el dinero en estos asuntos.
El humo que la rodeaba apagaba el perfume caro que se había rociado en el escote. Salía de casa resplandeciente y con medías nuevas. Tampoco sé con quién vivía ni donde. Daba igual la hora en la que pisara la calle, primera hora del mediodía o a media tarde, ella no se recogía hasta que la luna se iba a dormir.
Hablaba con quién se le acercara, a parte de contar cuentos también sabía escuchar. La silla que estaba a su vera nunca permanecía vacía por mucho rato, evidentemente era ocupada por algún que otro hombre que nunca conseguía lo que se había propuesto. Yo solo duermo con mi osito, contestaba ella sonriendo, como siempre. ¿Es tu marido? Preguntaban a veces. -No, es un osito, cariño, un osito de peluche.
La gente se lo tomaba a broma, nadie se creía que Miss Medias Rotas solo compartiera alcoba con un triste oso de peluche que conservaba desde su tierna infancia.
Yo te daría más calor, acostumbraba a ser la respuesta. Él ya me da lo que yo necesito y es el único que jamás me abandonará.
Seguramente el osito también era el único que sabía la verdad, a quién le contaba porque cada madrugada llegaba a casa con las medias rotas.
Por eso va a ser que nunca me pongo medias jajjjajaja besosssssssssss
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muy chulo!
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Solo dos palabras «im presionante», jajajajajaja. Besos guapa!!!!!
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